Las condiciones de pobreza y la falta de recursos económicos no han sido obstáculos para que Miguel Ángel Juárez Cabrera de 23 años, continúe sus estudios de Abogado y Notario en la Universidad de San Carlos de Guatemala ‒USAC‒, con sede en Quetzaltenango.
La vida de Miguel Ángel como muchos de su aldea, no ha sido nada fácil. No tiene donde vivir; la casa donde reside es de sus abuelos; no tuvo papá, y su madre ha trabajado muy duro en el campo para darle educación. Pese a estas condiciones está cursando su último año de estudios de Derecho.
Cuenta el joven estudiante que por años ha laborado como agricultor, sembrando maíz y papa. “De eso comemos”, dice.
En Guatemala no hay trabajo y en los pocos que hay exigen muchos requisitos, “por eso no he logrado una ocupación formal”, declara el futuro profesional.
Sin embargo, de a poco la vida para Miguel Ángel está cambiando. Desde hace dos años, el Ministerio de Desarrollo Social ‒Mides‒ lo apoya con aportes económicos mensuales para sostener sus estudios, gracias al programa Beca Superior.
—“Me ayuda mucho ese dinerito”—, afirma.
Con mucho sacrificio
Miguel Ángel vive en la aldea Duraznal, Concepción Chiquirichapa a unos 30 kilómetros de Quetzaltenango. Todos los días se va muy de mañana al campo, regresa por la tarde y luego toma un bus para la Universidad. A eso de las nueve de la noche llega de nuevo a su casa, cena y retoma los libros para realizar sus tareas pendientes.
El dinero que recibe le sirve para pasajes, copias o compra de libros. —“A veces justo cuando me he quedo sin los pasajes, obtengo ese beneficio económico, eso me motiva a continuar mi carrera”, dice.
Expresa su pasión por lo que estudia, es lo que quiere, por eso sigue luchando para graduarse y ser uno de los primeros abogados de su aldea.
Aunque reconoce que su vida ha sido espinosa, Juárez Cabrera cree que también ha tenido bonitas experiencias que se ven reflejadas al momento de hablar.
En ese momento su voz cambia de pausada a suave y un poco melancólica, “me falta hacer mis pasantillas, lastimosamente no puedo dejar de afanarme, tenemos que trabajar para comer”, revela.
Quiero ayudar a mi gente
“Gracias a Dios tengo vida y fuerzas para terminar mis estudios. Me gusta mi carrera. Es interesante, por eso quiero ayudar a mi gente. Aquí en mi aldea no hay abogados, se dan muchas injusticias”, afirma.
Revela que hay familias que pierden sus bienes, casa o terrenos por deudas, no saben leer, les quitan sus propiedades. “Por esas injusticias e inmoralidades, quiero ser abogado para ayudar a mi comunidad y a mi gente que lo necesite”, reitera.
Ve importante este tipo de ayuda, por lo que no duda en “solicitar a las autoridades que este programa no termine. Por el contrario alcance a más jóvenes para contar con más profesionales y contribuir con el país. No soy el único, hay muchos en mi comunidad que necesitan este soporte monetario”, agrega el joven estudiante.
Mides está apuntalando la ayuda económica a miles de jóvenes del interior del país, que por sus condiciones de pobreza no pueden continuar sus estudios a nivel superior, —ahora lo están logrando con el acompañamiento del Mides—.